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Cuando el Periodismo Interfiere con la Justicia

Por todos es conocida la postura que durante toda ésta última legislatura ha venido adoptando el diario El Mundo al respecto de los brutales atentados del 11 de Marzo de 2004, con su teoría de la conspiración y su absurda búsqueda de los resposables intelectuales. Después de la sentencia del juicio, en la que se desmontaban todas las hipótesis sin fundamento que habían ido surgiendo en los meses precedentes, se han producido numerosos ataques desde la redacción del periódico dirigido por Pedro J. Ramírez hacia la figura del juez Del Olmo, que fue el encargado de instruir la causa.

Todo esto viene a cuento porque Del Olmo ha venido callando a pesar de las brutales críticas que estaba recibiendo, aguantando porque sabía que responder a las calumnias era prestarles más consideración de la que merecían. Y habría seguido así si no hubiera sido porque uno de los últimos ataques del diario El Mundo (del que desgraciadamente no he encontrado fuentes directas, pero sí que podéis consultar este artículo, este otro, y esta entrevista) se revelaban datos importantes (e increiblemente precisos) sobre una misión de investigación acerca del terrorismo islamista que el juez pensaba llevar a cabo en París. Dichos datos pueden poner en riesgo no sólo la investigación, sino también la propia vida de Del Olmo, y todo por querer desprestigiarle acusándole de aprovecharse del juicio del 11 de Marzo para conseguir una especie de vacaciones pagadas por el Estado Español.

Soy de los que piensan que el pueblo debe estar informado de lo que pretenden sus dirigentes y los encargados de la justicia, pero también considero que hay ocasiones en las que ciertas investigaciones deben llevarse en secreto al menos hasta que se ven culminadas porque desvelarlas haría que fracasaran invariablemente. Además, si la información sale a la luz no con el objetivo de informar, sino con el de calumniar al responsable de un justo fracaso anterior, el dilema desparece para convertirse en algo obvio. En este caso, Pedro J. y sus demás colaboradores del diario El Mundo han sobrepasado el límite de la justa libertad de prensa para caer en el sensacionalismo barato y el revanchismo.

Y lo peor de todo es que aún hay gente que se traga sus mentiras y que tiene tan poca cabeza como escrúpulos para revelar la información que se ha publicado a quienes saben que no harán bueno uso de ella. Lamentable.

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