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Review de "En el Punto de Mira"

Por segundo día consecutivo, no voy a tratar del tema que originalmente había pensado para mi post de hoy. En un principio mi idea era enlazar y comentar el vídeo que ha publicado en su blog José A. Pérez, pero más tarde ha escrito un nuevo e imprescindible artículo (leedlo, de verdad) que me ha dejado sin nada más que comentar. Así que voy a hablar de cine. Es más, de una película que ya tuvo un post dedicado en este mismo blog, para que luego me llaméis poco original.

Efectivamente, queridos lectres, esta misma noche he acudido al cine a ver "En el Punto de Mira", la misma producción de cuya presentación fui testigo hace menos de un mes. Por fin puedo contaros un poco más detalladamente cuál es su argumento, qué tal están los actores y lo que me ha parecido la recreación de Salamanca, ciudad donde transcurre el film.

Todo comienza con la llegada del presidente de EEUU a la Plaza Mayor para inaugurar una conferencia internacional sobre terrorismo. Como no podía ser de otra forma, el buen señor sufre un atentado nada más subir a la tarima, primero por parte de un francotirador y luego mediante una explosión multitudinaria. Es en ese momento cuando las fuerzas de seguridad se movilizan para encontrar a los asesinos, pero nada es lo que en un principio parecía.


En realidad, la trama es relativamente corta, pero la gracia está en que nosotros vamos viéndola desde la perspectiva de cada uno de los personajes protagonistas, de forma que sólo sabemos lo que individualmente van conociendo en cada momento. Eso también implica que varias escenas se repiten, pues el núcleo central del atentado es contemplado por todos. Este hecho no era bien comprendido por las personas que estaban en el cine junto a mí, que abuchearon la escena de la explosión a partir de la tercera vez que se vio. Sin embargo, a mí me parece una idea brillante, aunque podrían haber recortado algunas cosas que aparecen en varias ocasiones innecesariamente (el discurso del supuesto alcalde, por ejemplo) y además el director desaprovecha todo el juego que esta técnica puede dar.

Centrándonos en la ciudad de Salamanca, hay que decir que la Plaza es casi perfecta. Si no supiera que realmente no rodaron aquí, daría el pego totalmente, pero conociendo ese hecho se nota que es ligeramente más amarillenta que la de verdad. En cuanto a las escenas que transcurren fuera de este lugar, ninguna corresponde para nada con la realidad, cosa que creo que es lógica por el presupuesto, pero no del todo justificable si lo que querían era hacer una buena representación de la ciudad. Que esa es otra, no se entiende demasiado bien que la película se desarrolle aquí, pues ni es necesario para la trama ni es consistente con el argumento. ¿Quién montaría en un lugar de 150.000 habitantes una conferencia de terrorismo internacional con el presidente de los EEUU?


Pero ese no es el principal problema del film. Lo que realmente le hace perder mucho es la concepción americanizada que todo el equipo de rodaje (no sé cómo Noriega no les corrigió en eso) tiene de España en general y de Salamanca en particular. Sin ir más lejos, las personas congregadas en la Plaza corean lemas todo el rato, pero lo hacen con acento mexicano. Además, casi todo el mundo es moreno tanto de piel como de pelo, y habla inglés a la perfección, ambas cosas ilógicas.

Con respecto al final, hay algo que quizá alguna gente prefiera no leer pues desvela ligeramente cómo termina todo, pero que yo me veo en la obligación de comentar (sólo hablaré de ello en este párrafo). Resulta que los terroristas se encuentran huyendo en un vehículo después de dejar un reguero enorme de cadáveres inocentes detrás, cuando una pequeña niña se cruza delante de ellos. Entonces, el conductor hace una extrañísima maniobra para esquivarla, en lugar de seguir su camino como si ella no estuviera allí. Tal proceder es muy poco creíble en un asesino despiadado, que es lo que llevaba toda la película demostrando ser, y además tiene unas consecuencias nefastas para ellos.

A parte de esto hubo dos momentos que, sin pretenderlo, arrancaron las risas del público. El primero es cuando, justo después de la explosión, con la Plaza prácticamente arrasada y un montón de gente tirada por el suelo agonizando, Dennis Quaid se acerca a un compañero suyo que está malherido y grita pidiendo un médico como si nadie más se hubiera dado cuenta de la catástrofe, que, para más inri, había sido retransmitida en directo por la televisión. El segundo es el momento en el que el mismo actor da su localización con respecto al centro de la ciudad expresándose en manzanas, tal y como lo haría si se encontrara en la misma Nueva York. En una ciudad de concepción claramente radial como Salamanca eso suena comiquísimo, a parte de imposible de comprender.

En general, la película me ha gustado, aunque también me ha defraudado un poco. La idea es buena, pero el director no la aprovecha bien y además el ambiente está recreado de forma muy descuidada. Creo sinceramente que con esos mimbres, esos actores y ese presupuesto podrían haber hecho una película de acción para marcar una época y se han quedado en una para pasar el rato.

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