Me Gusta el Negro

Los que me conocéis sabéis que cuando voy caminando por la calle me encanta fijarme en los coches que están aparcados, y, muchas veces, comentar cosas acerca de ellos. Aunque muchos no soportáis esta pequeña manía (que, por cierto, se me olvidó incluir en la lista), mi novia, con una paciencia sobrehumana, siempre aguanta estoicamente el rollo.

Todo esto viene a cuento porque el otro día, mientras mi novia y yo paseábamos en dirección al cine para ver a Indy, nos cruzamos con un Mazda de color oscuro. No pude resistir la tentación, así que lo señalé mientras decía que me gustaba aquel negro. Entonces, ella me contestó, con toda su mala leche, pues adora a Denzel Washington, que siempre le habían encantado los negros.

Pero lo que ella no vio, y yo sí, es que en ese momento, justo mientras pronunciaba la frase, pasaba por su lado un hombre negro, probablemente uno de los diez o doce que hay en toda Salamanca, y se le quedaba mirando con una cara bastante extraña. Quizá se preguntaba si tendría alguna posibilidad, o quizá simplemente pensaba lo raros que éramos en este país. Sin embargo, rápidamente volvió la cabeza y se alejó de nosotros.

Puede que así escrito no tenga la gracia que tuvo en directo, pero como es mi blog escribo lo que quiero, y la verdad es que las risas que nos echamos tanto ella como yo fueron grandiosas.